“Me asustaba estar totalmente solo. Pero recordé las dos condiciones que, según Olga, eran indispensables para sobrevivir sin ayuda humana. la primera consistía en conocer las plantas y los animales, en estar familiarizado con los venenos y las hierbas medicinales. La otra era poseer un fuego, o “cometa”, propio. La primera condición era la más difícil de cumplir ... exigía mucha experiencia. Para satisfacer la segunda, bastaba contar con una lata de conservas de un litro, abierta en un extremo y con mucho agujeritos practicados con clavos en los costados. A la parte superior de la lata se le acopla un metro de alambre que hace las veces de asa, para balancearla como si fuera un lazo o un incensario de iglesia.Esa estufita portátil podía servir como fuente constante de calor y como cocina en miniatura. Había que llenarla con cualquier tipo de combustible conservando siempre algunas brasas en el fondo. Al agitar enérgicamente la lata, uno hacía circular el aire por los orificios, como el herrero en el fuelle, mientras la fuerza centrífuga retenía el combustible en su lugar. Un buen combustible y un balanceo apropiado permitían producir calor suficiente para diversos fines, en tanto que la alimentación constante impedía que el cometa se apagara. Por ejemplo, para asar patatas, nabos o pescado, se necesitaba un fuego lento de turba y hojas húmedas, en tanto que para cocinar un ave recientemente cazada hacía falta la llama viva que producían las ramitas secas y el heno. Los huevos de pájaro apenas extraídos del nido se cocían estupendamente sobre un fuego alimentado con tallos de patatas.”
JERZY KOSINSKI
No hay comentarios:
Publicar un comentario