“No te lo tomes así Azarías, carroña de ésa es lo que sobra, a las cuatro volveré a por ti, a ver si pinta mejor la tarde", pero al Azarías le resbalaban los lagrimones por las mejillas, "milana bonita, milana bonita", repetía, mientras el pájaro se le iba quedando rígido entre los dedos y, cuando notó que aquello ya no era un cuerpo sino un objeto inanimado, el Azarías se levantó del tajuelo y se acercó al cajón de la Niña Chica y, en ese momento, la Charito emitió uno de los alaridos lastimeros y el Azarías le dijo a la Régula, frotándose mecánicamente la nariz con el antebrazo, "¿oyes, Régula? la Niña Chica llora porque el señorito me ha matado la milana.”
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