“Al cabo de diez minutos llegó, con gran estrépito, el coche del correo. Trajo dos viajeros del tren, encargos y certificados. Manolo salió de nuevo y ayudó a su hermano Pepe a descargar, colocando los envíos sobre el mostrador en espera de que los destinatarios se presentasen. un cajón de botellas, sogas, lías, tres hojas de guadaña, piedras de afilar, las raciones del tabaco y doscientas mil unidades de penicilina fueron entregados; en tanto, su hermano, en la estafeta, repartía la correspondencia con el mínimo interés de los que nunca han esperado una carta.”
JESÚS FERNÁNDEZ SANTOS
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