“Por más incongruente que le pueda parecer a quien no ande al tanto de la importancia de las alcobas, sean éstas sacramentadas, laicas o irregulares, en el buen funcionamiento de las administraciones públicas, el primer paso del extraordinario viaje de un elefante a austria que nos proponemos narrar fue dado en los reales aposentos de la corte portuguesa más o menos a la hora de irse a la cama. Quede ya registrado que no es obra de la simple casualidad que hayan sido aquí utilizadas estas imprecisas palabras, más o menos. De este modo quedamos dispensados, con manifiesta elegancia, de entrar en pormenores de orden físico y fisiológicos algo sórdidos, y casi siempre ridículos, que, puestos tal que así sobre el papel, ofenderían al catolicismo estricto de don juan, el tercero, rey de Portugal y de los algarbes, y de doña catalina de austria, su esposa y futura abuela de aquel don sebastián que irá a pelear a alcácer-quivir y allí morirá en el primer envite, o en el segundo, aunque no falta quien aforme que feneció por enfermedad en la víspera de la batalla.”
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