“Me sorprendió ver entrar a un hombre blanco en el bar de Joppy. No sólo porque fuera blanco, sino porque vestía un traje blanco grisáceo de lino, camisa blanca, panamá y zapatos color hueso con brillantes calcetines de seda blancos. Tenía la piel pálida, sólo salpicada por algunas pecas. Por debajo del sombrero le asomaba un mechón de pelo rojizo. Se detuvo en el umbral, llenándolo con su imponente corpachón, e inspeccionó el local con sus ojos claros; eran de un color que yo nunca había visto en un hombre. Cuando me miró sentí un escalofrío, pero se me pasó enseguida porque en 1948 ya me había acostumbrado a los blancos.”
WALTER MOSLEY
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