30/10/10

LAS NIEVES DEL KILIMANJARO

“Él sabía que ella tenía mucho dinero, muchísimo, y que la maldita era una mujer atractiva. Entonces se acostó pronto con ella, mejor que con cualquier otra, porque era más rica, porque era deliciosa y muy sensible, y porque nunca metía bulla. Y ahora, esa vida que la mujer se forjara estaba a punto de terminar por el solo hecho de que él no se puso yodo, dos semanas antes, cuando una espina le hirió la rodilla, mientras se acercaba a un rebaño de antílopes con el objeto de sacarles una fotografía. Los animales, con la cabeza erguida, atisbaban y olfateaban sin cesar, y sus orejas estaban tensas como para escuchar el más leve ruido, que les haría huir hacia la maleza. Y así fue: huyeron antes de que él pudiera sacar la fotografía.”
ERNEST HEMINGWAY

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